El pasado martes asistí a dos conferencias de Getafe Negro. La primera de ellas abordaba el tema de si es posible acabar con la corrupción; la segunda de ellas sobre si el éxito actual de la novela negra es una moda pasajera o estamos ante la consagración del género. Aquí os traigo un resumen de los dos actos. ¡Disfrutadlo!
¿Es posible acabar con la corrupción?
El debate sobre el futuro de la corrupción empieza con fuerza. La primera pregunta que se pone sobre la mesa es si el Estado tiene instrumentos para luchar contra ella. Elpidio José Silva, juez de instrucción en Madrid y uno de los participantes de la mesa redonda que más me interesó, responde de manera tajante: «el Estado tiene todos los instrumentos. Por ello, el reproche es mucho mayor, teniendo todos estos medios, muchas veces no está a la altura. Para luchar contra la corrupción hace falta tener intención clara y permanente». Este juez, como si estuviera destapando poco a poco una lata podrida de sardinas en lata, continúa diciendo que «nuestra Constitución no recoge claramente la separación de poderes y eso hace que el poder judicial no puede trabajar con autonomía».
Este debate, en el que además participaban Mariano Sánchez Soler, Reyes Calderón y el abogado Fernándo López, empieza a teñirse de negro y a convencerme de que las historias de la novela negra tienen cada vez más parte de realidad que de ficción. «Otro problema», comenta José Silva, «es que en el sistema democrático español hay muchas personas que no creen en él. Así es muy difícil, por no decir imposible, luchar contra la corrupción».
El intento de esperanza viene con las palabras de Reyes Calderón: «Me preocupa la corrupción que no está en un periódico o que no está en un juzgado. Tengo la sensación de que el ciudadano no la tolera y esto nos va a llevar a una madurez democrática». Ante estas palabras, bajo mi punto de vista más idealistas que realistas, Fernando López reflexiona: ¿Y si la corrupción es una cualidad del sistema? Si es el Estado es corrupto, ¿Qué se puede hacer en este caso? Como destaca a continuación Mariano Sánchez Soler, a raíz de las palabras lanzadas sobre la mesa, este debate es algo histórico: Hammett en La llave de Cristal y Cosecha Roja describe y denuncia la corrupción en la sociedad capitalista.
A pesar de que aparece en el aire la idea de que España aún es una democracia joven, José Silva echa para atrás el argumento afirmando que «el país no tiene voluntad de acabar con la corrupción». Además, destaca que enfrentarse a esta realidad con la libertad de expresión no es suficiente: «hay que ver quién lo dice, qué se dice, en qué medio se dice, porque hablar de corrupción es un negocio no una solución». A este pesimismo se añade el de Fernando López, que entiende que este problema actual tiene que ver con la educación cultural como ciudadanos. «La gente no percibe la corrupción como un problema y esto es algo grave».
La novela negra actual según Andreu Martín y Juan Madrid
«Estamos ante dos autores sin los que no se hubieran escrito grandes cosas en el género. Están en la base del boom del género, que tiene una importante dosis popular». Esta frase da inicio a la segunda conferencia, todo un lujo: Juan Madrid y Andreu Martín nos acercan a la realidad de la novela negra con palabras claras y sin pelos en la lengua.
Con una mirada positiva, Martín cuenta que se vende y se publica mucho del género porque hay muchos lectores. «Lo veo con euforia. Un boom es una moda pasajera. Ahora tengo la sensación de que la novela negra es un hecho cultural». Como comenta este autor, «todo empezó con Mankell y con él parecía que iba a pasar. Más tarde llegó Millenium. Se está manteniendo y est0 me hace pensar que se está instaurando el género».
Juan Madrid dice que si hay una realidad alternativa a la realidad discursal o del poder es la novela negra. «La mejor literatura es la que da un discurso alternativo al oficial». Madrid comenta, además, que hay una corriente importante que mantiene que la novela negra no es literatura, es política. «Se piensa que la verdadera novela es artística, que no tiene ninguna finalidad y, cuando la novela tiene finalidad, queda manchada». Este autor, muy directo y claro en sus declaraciones afirma que es inevitable que su literatura sea política pero entiende que lo importante es encontrar un texto que atrape y que mágicamente te una a él. «No se puede hacer literatura en este momento que no sea novela negra: la crisis, la mentira, el dominio de la mente. Ya que el periodismo ha fracasado, ahí está la novela negra».